El Imperio otomano, también conocido como Imperio turco
otomano fue un Estado multiétnico y multiconfesional gobernado por la dinastía
Osmanlí.
Un caftán es una túnica de algodón o seda abotonada por
delante, con mangas, que llega hasta los tobillos y que se viste con una faja.
Los caftanes vestidos por los sultanes otomanos constituyen
una de las más espléndidas colecciones del Palacio de Topkapı en Estambul.
Algunos de ellos son tan valiosos que fueron dados como obsequios a importantes
dignatarios y generales victoriosos en el transcurso de elaboradas fiestas
religiosas.
Los caftanes eran bordados a menudo por delante y por las mangas,
pero como todo lo demás durante el dominio otomano, estaban sujetos a un
estricto orden jerárquico en cuanto a colores, patrones, lazos y botones, que
se elegían de acuerdo con el rango de la persona que había de vestirlo. Durante
el siglo XIV se usaron patrones grandes de colores suaves, que se hicieron más
pequeños y llamativos con el cambio de siglo.
La mayoría de los tejidos fueron confeccionados en Estambul
y en Bursa (Turquía), pero algunos fueron importados desde lugares lejanos como
Venecia, Génova, Persia, India e incluso China.
Cada uno tenía una
características muy específicas y se bautizaba de forma diferente: terciopelo,
aba, bürümcük, canfes, gatma, gezi, diba, kutnu, kemha, seraser, zerbaft, tafta y muchos otros.
Los colores más usados fueron
el «azul chino», el «rojo turco», el violeta, el pişmis ayva o membrillo
cocido, y el amarillo azafrán.
Marruecos es un país de grupos multiétnicos con una rica
cultura y civilización.
A lo largo de su historia, ha recibido visitantes tanto
del este (fenicios, judíos y árabes), del sur (Moros y habitantes de África
Subsahariana) y del norte (romanos y vándalos), quienes han impactado la
estructura social de Marruecos.
En el país conviven, además, distintos tipos de
religiones, tales como el paganismo, el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam.
Si visitas calles de Marruecos veras seguramente hombres y
mujeres vestidos con Chilabas (las mujeres también tienen su propia versión de
la chilaba) cubriéndolas el cuerpo entero excepto la cabeza, pies y manos.
La
chilaba de la mujer es distinta a la del
hombre por su estilo y finalidad.
Las mujeres llevan chilabas por varios motivos: primero, es una prenda
muy cómoda y estética, segundo, da un aire de modestia y humildad, propio de un
país musulmán como Marruecos.
Algunas mujeres llevan junto con la chilaba algún
fular o velo, al rededor del cuello o cubriéndoles parte de la cabeza (o toda
pero dejando siempre visible la cara). Aunque las mujeres tienen chilabas para
ocasiones especiales, es muy común que la usen para el día a día.
En cuanto a la chilaba del hombre, generalmente se suele
llevar en ocasiones especiales (sobre todo fiestas religiosas) y también cuando
van a la mezquita para la oración del viernes (una especie de misa musulmana).
No obstante, también hay gente que lleva chilabas todos los días todo el año,
pero generalmente eso es más frecuente en los pueblos y entre la gente muy
mayor.
La diferencia entre una chilaba y un caftán es que la
chilaba tiene una capucha, mientras que el caftán no la tiene.
Las chilabas
para mujeres son mayormente de colores brillantes con estampados, costuras o
adornos, mientras que las de los hombres son más sencillas y de colores
neutros.
Las mujeres marroquíes ponen mucho cuidado en su vestimenta, y gastan
mucho dinero en ella por lo general.
El caftán es la prenda más conocida de la indumentaria
tradicional en Marruecos.
Este traje urbano se realiza con telas escogidas por la
calidad y la nobleza de su tejido, como tafetán, sedas naturales, cachemir,
terciopelo y brocados hechos a mano.
Las telas son encomendadas a bordadoras que utilizan hilos
de oro, de plata, de seda para estampar sobre el tejido motivos vegetales y
arabescos.
Los maestros pasamaneros asegurarán el acabado del caftán
adornándolo con trenzas, galones, botones y presillas, antes de montar el forro
de seda o de algodón.
Éste último se escoge en un tono complementario al de la
tela, o retoma uno de los colores del bordado o de la pasamanería.
El forro de un caftán permite a la vez disimular el reverso
de los bordados y de las pasamanerías, y darle cuerpo y estilo.
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